SUEÑOS Y REALIDAD

26 de septiembre de 2015

 

A bordo en la mar


¡¡Todavía estoy temblando!!


Sucedió por la noche. De repente, apareció de la nada para tropezarse conmigo en el pasillo de la cubierta principal. Era un formidable oso polar, un enorme “mimosín” blanco de afilados dientes y portentosas garras. Cautivado por su penetrante mirada, olvidé que ante mí se encontraba el rey de los depredadores del Ártico. Apenas pude esquivar su primer zarpazo. Intenté escabullirme por la escala de acceso al laboratorio, pero me alcanzó enseguida. Mis esfuerzos por zafarme resultaron inútiles. Gritaba desesperadamente cuando…la puerta de mi camarote se abrió y un compañero del turno de trabajo precedente interrumpió mi pesadilla ártica.


Quizá deba agradecer a mi colega que me haya salvado de las fauces de la fiera a cambio de un lugar de trabajo preferente en la siguiente guardia, pero ¿conocéis a alguien a quien le guste levantarse a las 23’30 h para ir tener trabajar ocho horas seguidas?


Bienvenidos a la realidad.


En esta campaña me ha tocado un turno de trabajo poco agradecido. Al principio uno acaba perdiendo la noción del tiempo, pero termina por acostumbrarse. Durante la guardia, nos repartimos el trabajo de adquisición de datos entre varias personas. En esta ocasión me encargo del control de la sonda sísmica Chirp (foto superior izquierda), un aparato que emite una señal acústica de alta frecuencia que penetra en el lecho marino y se refleja en los materiales de subsuelo cuando hay un cambio en las características del material que atraviesa. El registro que se obtiene, producto de las reflexiones recibidas, proporciona una imagen muy resolutiva, de un grosor aproximado de unos 50 m, de la disposición geométrica de los estratos de origen glacio-marino que forman el recubrimiento sedimentario superficial de nuestra zona de estudio, el margen continental meridional de las Islas Svalbard.


Los resultados de esta metodología se combinan con los datos obtenidos por la la sonda de batimetría de multihaz (foto superior derecha). Esta sonda emplea métodos acústicos para determinar la profundidad a que se halla el fondo de una masa de agua midiendo el tiempo empleado por una onda en su trayecto desde un punto de emisión/recepción situado en la superficie de la masa de agua hasta el fondo, donde se refleja retornando el eco de nuevo a la superficie. A mayor profundidad, mayor duración tendrá el recorrido de las ondas. Conociendo la velocidad de propagación de las ondas en el agua, se obtiene la profundidad en metros. Las sondas de multihaz emiten muchos haces de sonido a la vez, y son capaces de cartografiar extensas zonas con una precisión y exactitud sin precedentes.


En fin, aspectos técnicos al margen, ya veis que tampoco se trata de una tarea apasionante. Nos pasamos las horas mirando una “tele” que ofrece, en sesión continua, la misma tediosa y aburrida programación. Pero no os llevéis a engaño. El aburrimiento durante las campañas de instrumentación geofísica es el mejor indicador de que todo funciona correctamente.


Y en todo caso, si me aburro mucho, siempre queda un último recurso para soñar, esta vez despierto: salir un momento a cubierta convenientemente abrigado, y contemplar el mágico paisaje que nos persigue y envuelve desde que zarpamos. Entonces, me dejo atrapar por el rumor del oleaje y por el silbido del viento.


Por el murmullo del mar.

 
 
 
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